Chile es uno de los países con mayores tasas de población presa por habitante de América Latina y el diagnóstico de su sistema penitenciario es también desalentador. Caracterizado por un incremento constante de la población recluida, con niveles de hacinamiento importantes y una limitada capacidad de reinserción y rehabilitación de los internos; buscándose revertir a medida del tiempo, a través de los distintos gobiernos el problema.
Actualmente se busca revertir esto mediante un sistema público-privado que permite mejorar la calidad de vida de la población recluida y además aumentar la efectividad de los programas de reinserción. Este modelo de gestión penitenciaria está en pleno proceso de implementación en el país y tiende a convertirse en un referente para los demás países de la región. Por lo tanto, es de suma importancia desarrollar en las personas recluidas las herramientas necesarias, además de los conocimientos específicos para desarrollar en las personas recluidas la capacidad de poder surgir y tener en cierta medida más oportunidades de inserción laboral, para que no vuelvan a delinquir, y por ende, tener una mejor calidad de vida.
He ahí donde entramos nosotros desarrollando un proyecto de tecnologías de información en el sistema penitenciario, formando a la persona ha desarrollar nuevas capacidades y conocimientos, que permitirá que se cumpla estos objetivos de Largo Plazo.
Por lo tanto, en el Presente trabajo de Investigación se analizará todos los antecedentes necesarios para un Proyecto de Tic´s y Formación en un Sistema Penitenciario, es decir, información sobre el actual sistema penitenciario en Chile, cuales son sus Debilidades, Fortalezas, y algunos de los proyectos que se han desarrollado en Chile y América Latina, teniendo así, una base muy fuerte para etapas posteriores de desarrollo del Proyecto.
EL SISTEMA PENITENCIARIO EN CHILE.
Antecedentes
La población recluida en Chile ha aumentado de forma sostenida en los últimos años, con una tasa anual promedio de crecimiento de 4,2% entre 1980 y 1990. Situación que se explica por los sucesivos indultos legales y la flexibilización de las exigencias para la concesión de beneficios intrapenitenciarios, libertad provisional y condicional. A partir de los años 90s, esta situación cambió y se generó una tasa de crecimiento de la población recluida más alta. Como se puede observar en el gráfico siguiente la población penal pasó de alrededor de 23 mil a inicios de los 90s a más de 32 mil a fines de dicha década y a más de 38 mil a finales del año 2005. En otras palabras, la tendencia de aumento de la población recluida desde 1980 al 2004 supero el 140%.

Cabe destacar que el sistema penitenciario chileno contempla tres regimenes de reclusión: el sistema cerrado, el sistema abierto, y el semiabierto. El primero incluye a aquellas personas (detenidas, procesadas y condenadas) que se encuentran recluidas las veinticuatro horas sin ningún beneficio de salida. Los otros dos, se aplican sólo a personas condenadas.
El sistema abierto incluye a aquellas personas a las que se les aplica alguna medida alternativa a la reclusión o algún beneficio de “reinserción” social, es decir el cumplimiento total o parcial de la condena se realiza en el medio libre. Por su parte, el sistema semi-abierto está constituido por aquellas personas que cumplen su condena en un Centro de Educación y Trabajo (CET), el cual puede ser de carácter urbano o rural. El año 2004 el total de población atendida por Gendarmería fue de 65.262 personas, de las cuales el 53% se encontraba en el sistema cerrado, el 46,3% en el abierto y 0,7% en el sistema semiabierto.

Sistema de Clasificación
En la legislación chilena se establece que objetivo principal de la encarcelación es la rehabilitación y posterior reincorporación a la sociedad de los sujetos recluidos en los centros penitenciarios. Es por esto que uno de los elementos centrales del sistema penitenciario es la evaluación de los niveles de compromiso delictual de todos los sujetos recluidos, ya sea en calidad de condenados, procesados y/o detenidos, pues esta clasificación determinará las posibilidades de rehabilitación y beneficios de reinserción a los que un sujeto puede acceder.
Este proceso de clasificación se realiza mediante un instrumento llamado la “ficha de clasificación” y la institución encargada de su implementación es Gendarmería. Institución que establece que el objeto de esta clasificación es lograr determinar el grado de involucramiento o compromiso delictual del sujeto, es decir cuán internalizado tiene los patrones propios de la “subcultura carcelaria” (Gendarmería de Chile, 2003). La distribución de los internos en el penal así como los tratamientos que reciben deberían vincularse con las siguientes categorías: Alto, Medio alto, Medio bajo y Bajo compromiso delictual.
La ficha de clasificación mide cuatro categorías principales:
• Apariencia: Se evalúan las variables lenguaje, cortes y tatuajes.
• Nivel de preparación: se evalúan los variables relativas a continuidad de la escolaridad, capacitación laboral, estabilidad laboral y planificación vital
• Grupo de referencia: Se evalúan las variables relativas a las relaciones familiares, grupo de pares, ocupación del tiempo libre e ingestión de alcohol.
• Historia delictiva: Se evalúan las variables sobre antecedentes antisociales en la infancia, edad de iniciación delictual y reincidencia.
PERFIL DE RECLUSOS
HOGAR Y FAMILIA
Según una encuesta empelada podemos observar que estos vivieron con sus padres, lo cual se observa en el 81% que afirmo esto, por otro lado solo el 10% vivió en un Hogar de Menores. De quienes vivieron en sus casas señalan que, en un 68% de los casos, el padre era quien aportaba más dinero. Y, con respecto a la educación de ambos padres, se observa que un 9% nunca fue al colegio, un 30% presenta educación básica incompleta, un 22% básica completa y un 12% media incompleta. Un 10% de los padres de los reclusos terminaron su educación media.
Con respecto a la pregunta: De las personas que vivían en su hogar ¿Vio Ud. a alguna de ellas emborracharse?, un 31% dice que nunca, un 41% señala que más de una vez al mes y un 18% admite que menos de una vez al mes. Con respecto al uso de drogas, un 15% asegura tener algún familiar consumidor.
A un tercio de los condenados, las personas que lo criaron le pegaba la mayoría de las veces cuando se portaba mal. Un 91% dijo que en su hogar o grupo de amigos nunca vio o supo de alguna situación de maltrato sexual. Asimismo, un 97% declara no haber sido víctima de algún tipo de maltrato sexual en su niñez o adolescencia.
EDUCACIÓN Y ESCUELA
Con respecto al nivel educacional de los reclusos se aprecia que un 5% nunca estudio, un 56% sólo tiene educación básica incompleta y un 13% terminó la educación básica. En otras palabras sólo un 7% de los reclusos terminó el colegio, un 12% lo abandonó antes de los 11 años, un 41% entre los 11 y los 15 años y un 39% después de los 15 años. Entre los principales argumentos para la deserción escolar manifiestan que no les gustaba estudiar (29%), que tenían que trabajar para mantener a la familia (21%), problemas de conducta (18%) o problemas familiares (12%).
Es importante destacar que en la mayoría de sus casas no estuvieron de acuerdo con esta situación (77%), pero, al parecer, no pudieron impedir que dejaran el colegio. A pesar de esta alta deserción, los reclusos dicen haberlo pasado muy bien en el colegio (83%), admiten que lo que ahí enseñan es útil (71%) y creen que para que a alguien le vaya bien en la vida debe terminar en la escuela (85%).
En cuanto a sus profesores, recuerdan que se trataba de personas respetuosas con los estudiantes (83%), que les inspiraban confianza (73%) y que, en general, se preocupaban de los problemas de cada uno (69%). Se debe considerar, además, que entre los hechos más frecuentes sucedidos en el interior del colegio, los consultados declaran haber visto a profesores golpeando a alumnos (28%), estudiantes tomando drogas (20%), escolares bebiendo alcohol (19%) y robos (14%).
AMIGOS Y BARRIO
Hasta los 12 años los reclusos admiten haber pasado la mayor cantidad de tiempo en su hogar (61%) o en la calle con los amigos (25%). Situación que se invierte durante la adolescencia – hasta los 18 años-, ya que los encuestados señalan que pasaban más horas en la calle (54%) que en la casa (27%). Esto concuerda con el hecho de que a esa edad, los mejores amigos de los condenados eran vecinos (54%) o hermanos (20%). Compartían con los amigos las actividades más frecuentes las cuales eran: jugar fútbol (31%), ir a fiestas o discotheques (19%), consumir drogas (17%), hacer deportes (15%), tomar alcohol (12%) y robar (11%). Prácticamente la mitad de la muestra asegura haber tenido algún amigo que haya estado preso en la adolescencia. Con respecto al barrio donde vivían, señalan que normalmente veían a jóvenes tomando alcohol en la vía pública (81%) o consumiendo drogas (73%), traficantes (64%) y peleas callejeras (57%). Uno de cada tres frecuentemente presenció asesinatos en su barrio y uno de cada cuatro, situaciones de prostitución.
VIDA ANTES DE LA CARCEL
Cuando los encuestados desertaron del sistema educacional se dedicaron mayoritariamente a trabajar (39%), vagar (17%), robar (17%) y estar con los amigos (14%). Aunque la mayoría (55%) siguió viviendo en la casa de su infancia, un 19% abandonó el hogar antes de los 15 años, un 15% entre los 15 y 18 años y un 10% después de cumplir la mayoría de edad. Más de la mitad de quienes dejaron su casa vivía del robo. En el momento de la reclusión, la mayor parte de los encuestados tenía pareja estable (72%) e hijos (59%). Para mantener a la familia, quienes tenían hijos obtenían su dinero trabajando o robando.
CARACTERISTICAS DEL DELITO
Los entrevistados están principalmente condenados por robo (77%), tráfico de drogas (7%), homicidio (7%), robo con homicidio (4%) o violación (2%). Del total de la muestra, un 25% nunca estuvo preso antes, un 23% había estado recluido sin recibir condena, un 22% había sido condenado una vez, un 16%, dos veces y un 14%, en tres o más oportunidades. Con respecto a la edad en que entraron a la cárcel por primera vez, un 22% señala que antes de los 15 años, un 44% entre los 15 y los 18, un 31% entre 19 y 30 y un 4% después de los 30. El 56% no reconoció haber cometido el delito por el que fue condenado ante el tribunal. A raíz de esta situación, las siguientes preguntas sólo fueron contestadas por los 236 reclusos que reconocieron el hecho ante la justicia (44%). De esta manera los siguientes datos sólo pueden ser considerados con respecto a este total.
EL DELITO SEGUN AUTORES (236 encuestados)
La mayoría de los encuestados fue condenado como autor de los hechos (89%). Al cometer el delito, un 54% actuó solo, un 29 con amigos del barrio y un 9% en conjunto con una pandilla. La mitad había tomado drogas o alcohol antes de la acción criminal. En el momento de delinquir la mitad de los entrevistados portaba armas como pistolas o cortaplumas. En todo caso, sólo uno de cada cuatro delincuentes declara haber usado el arma; ya sea para asustar a las víctimas, porque las víctimas opusieron resistencia o debido a que perdieron el control de la situación. Al comentar las motivaciones que los llevaron a cometer la acción delictual, la mitad declara haberlo hecho para mantener a su familia, un 11% porque estaba ebrio y un 7% debido a que estaba drogado. Después de cometido el hecho, sus responsables ingresaron a la cárcel en menos de un mes (56%), entre uno y nueve meses después (24%) o demoraron más de nueve meses (19%).
CONCLUSION DE LA ENCUESTA
Según los antecedentes dados por los propios reclusos, la mayoría no terminó el colegio ni se desempeñaba en un trabajo estable y legal, ante de entrar a la cárcel. Parece necesario entonces, elaborar políticas focalizadas en un esfuerzo por completar la educación de las personas para evitar la formación de futuros delincuentes. Lo anterior se ve ampliamente reforzado si se considera el gran tiempo ocioso que tenían los reclusos, después de abandonar el sistema educacional. Parece ser que en la calle los jóvenes aprenden conductas delictuales motivados por la falta de dinero para satisfacer sus necesidades y el ejemplo “exitoso” de algunas personas vinculadas al crimen.
En el nivel local o comunitario, se pueden aplicar estrategias atractivas para dar nuevas opciones a la ocupación del tiempo libre de los jóvenes. El problema de la delincuencia puede ser reducido en forma importante, en la medida que se logren desarrollar herramientas y actividades que atraigan a los jóvenes desde su ociosidad en las calles, hacia el sistema de educación formal.
Para esto debería aplicarse un plan estratégico en dos etapas. En la primera se establecerían actividades atractivas que compitan con las pandillas. Esto puede lograrse a través de actividades deportivas, recreativas, educacionales, de capacitación, acción social o artística. En la segunda, deben elaborarse los puentes que permitan conectar los centros de atracción del joven con el sistema de educación formal escolar, técnico o profesional. Esto no sólo contribuiría a evitar que el joven tenga tiempo para delinquir, sino que, además, aumentaría sus vínculos de integración a la sociedad mediante la participación en grupos de referencia con sanos intereses comunes. Asimismo, le otorgaría una mayor oportunidad de desempeñarse en trabajos legales, lo que podría incidir en la reducción del delito. En todo caso, lo más importante es que este plan de trabajo requiere de la fijación de metas precisas, así como la revisión permanente de sus resultados.
PROGRAMA DE REINSERCIÓN
Recorrido Penitenciario
De acuerdo a los resultados de este diagnóstico los condenados son derivados a programas de intervención en las siguientes áreas.
1. EDUCACIONAL
2. LABORAL
3. PSICOSOCIAL
4. DEPORTIVO RECREATIVO CULTUTRAL
1. Programas Educacionales:
· Educación Penitenciaria:
En los recintos penitenciarios del país se imparten Planes y Programas de Educación para Adultos de modalidad Científico - Humanista, Programas de Educación Fundamental y Educación Técnica Elemental y excepcionalmente, Educación Técnico Profesional.
La educación representa un pilar fundamental en el tratamiento penitenciario, siendo un elemento importante en el proceso de reinserción social, especialmente para aquellos que poseen el nivel más bajo de escolaridad, analfabetos y educación básica incompleta, los cuales constituyen prioridades del Servicio.
La Educación es, en parte, una necesidad de los internos, sobre todo considerando que es un antecedente importante al momento de postular a Beneficios Intrapenitenciarios, de Libertad Condicional y Solicitudes de Indulto Presidencial.
2. Programas Laborales para la Población Recluida:
Programa Laboral Intramuros Departamento de Readaptación
Un lugar relevante en la rehabilitación de los internos lo ocupa la actividad laboral, por su valor para la ocupación del tiempo, la preparación y calificación laboral, la generación de ingresos para los internos y su inserción laboral una vez que cumplen su condena. La capacitación y el trabajo son herramientas fundamentales para incorporar en el individuo hábitos laborales y sociales, que le sirvan de base para su reinserción social a su egreso del sistema penitenciario.
Aprender y luego desempeñar algún trabajo durante el período de reclusión permite, estimula y refuerza el desarrollo de los siguientes aspectos:
· Desarrollo personal:
Identifica y refuerza las capacidades y potencialidades de cada interno, reforzando la identidad personal y la autoestima.
Formación valórica: Permite adquirir hábitos sociales (cumplimiento de horarios, iniciativa personal, internalizar el concepto de responsabilidad, etc)
Mejorar las condiciones de reclusión. El programa laboral contribuye eficazmente a evitar el deterioro físico y psicológico que la prisión produce en los reclusos, ayudándolos a sentirse valorados en su rol productivo y como persona, lo que les permite sobrellevar mejor su reclusión y ayudar a su familia económicamente.
Ofrecer una posibilidad de ingreso económico y refuerzo de las relaciones familiares Percibir un incentivo económico por su trabajo, junto con favorecer la autoestima y valoración de la persona, permite al interno ser autosuficiente al interior del sistema penitenciario, e inclusive brindar apoyo económico a sus familiares durante su reclusión.
Adquisición de conocimientos y técnicas para el desempeño laboral El aprendizaje de oficios que logran los internos gracias a los cursos de capacitación y talleres posibilitan su inserción y desempeño laboral durante la reclusión y posteriormente en el medio libre.
· Programa Laboral para Usuarios de las Medidas Alternativas a la Reclusión:
Gendarmería de Chile desarrolla desde el año 1994 un Programa de Reinserción Laboral en el
Medio Libre, cuyo propósito general ha sido contribuir a la reinserción social de las personas que han cometido delito y se encuentran cumpliendo condenas en las penas alternativas a la reclusión y/o con beneficios penitenciarios. Este programa ha tenido como objetivo promover la integración de estas personas a la sociedad, a través del trabajo, favoreciendo con ello la resocialización del individuo en normas y valores socialmente positivos, como una alternativa de cambio frente al comportamiento delictual.
3. Programa Psicosocial:
El tratamiento penitenciario tiene como propósito el desarrollo de capacidades y habilidades en los internos, que incrementen su competencia social para vivir en comunidad. Responde a las necesidades específicas de cada interno detectadas a su ingreso al establecimiento.
Las actividades psicosociales se orientan a la reparación del daño psicosocial de las personas recluidas y tiene como propósito que éstas puedan enfrentar en mejores condiciones su proceso de reinserción en el medio libre. De tal forma es deseable que toda la población que lo requiera participe en programas de intervención cuyos objetivos sean el desarrollo personal, fortalecimiento de la autoestima, desarrollo de la capacidad de autogestión, de la asertividad y de la competencia social.
4. Programa deportivo - recreativo y artístico - cultural:
Las actividades deportivas, recreativas, artísticas y culturales se manifiestan en respuesta a la necesidad de impulsar el ejercicio y desarrollo de habilidades que incrementen la competencia del interno, a través de su capacidad de reconocer limitaciones y fortalezas, capacidad de autocontrol de los impulsos, capacidad de asumir consecuencias de los actos propios, habilidades para establecer relaciones interpersonales y resolver conflictos, iniciativa y capacidad de tomar decisiones y capacidad para el trabajo en equipo, entre otras.
La actividad deportivo-recreativa como la artístico-cultural, se realiza utilizando el sistema de convenios con organismos competentes y mediante la postulación a proyectos concursables de organismos públicos (CHILEDEPORTES, División de Extensión Cultural del Ministerio de Educación, SERNAM, CONACE, FONDART, etc.), además con recursos propios (Patronato Nacional de Reos, Establecimientos Penitenciarios, Direcciones Regionales de Gendarmería, etc.), de instituciones privadas (Fundación Ford, Club Deportivo Universidad Católica de Chile, etc.) y de artistas y deportistas que de manera gratuita, aportan con su trabajo a la reinserción de las personas privadas de libertad.
Entre estas figuras del mundo de la cultura y del deporte nacional destacan: Mauricio Redolés (cantautor y escritor), Jacqueline Romeau (actriz), Claudio Geisse (escritor), Angel Carcavilla (Periodista), Cathy Giusty (artista plástica), Alvaro Paltanioni (actor), Max Corvalán (actor), Eduardo Villani (Periodista), Carolina Rivas (escritora), Jaime Fillol (tenista), José Iz (artista plástico) y Raúl Fuentes (Ceramista), entre muchos otros.
Se entiende por Talleres Deportivo - Recreativo y Artístico - Cultural, aquellos cursos o talleres sistemáticos y permanentes con sentido formativo y valórico, bajo la dirección de personal idóneo en las materias tratadas, desarrolladas acorde a un programa de trabajo anual, que contiene: objetivos, contenidos, actividades y evaluaciones. Los talleres benefician a diferentes tipos de población y se desarrollan en espacios predeterminados de cada establecimiento penal, en forma sistemática y permanente, evitando que queden restringidos sólo a actividades puntuales momentáneas o esporádicas. Propenden a la diversificación deportiva y artística.
Se entiende por evento deportivo - recreativo y artístico culturales, aquellas muestras, competencias y encuentros de carácter masivo, atendiendo a la necesidad de entretención de los internos, tanto como participantes activos, como espectadores de éstos (presentaciones de artistas, festivales, muestras y exposiciones de plástica, literatura, artesanía, foros, cine, competencias deportivas, muestras deportivas, clínicas deportivas, etc.). Los eventos deportivos y los culturales se desarrollan separadamente en las dependencias por niveles de segmentación y seguridad.
BIBLIOGRAFIA
· www.gendarmeria.cl
· www.pazciudadana.cl/sist_ju_sist_penal.php
· www.sumariados.info/article.php3?id_article=303